NUEVE SON FAMILIA
En La Casita son especialmente felices los días como estos. Los niños corren de aquí para allá como siempre, pero emocionados por una razón poco usual, ¡hay visitantes especiales!
Tres niños de tez más clara, dos de ellos muy rubios, corren con ellos. Ninguno de los tres pertenece a La Casita, y los tres hablan un idioma distinto.
El idioma es lo de menos. Haciéndose señas y gesticulando como solo hacen los niños (gritando, riendo, jugando de la nada) se hacen entender lo suficiente.
Junto con estos tres visitantes hay dos más: Rachel y Kurtis Davis. No son niños, aunque en este momento se comportan como tales: juegan con ellos, van y vienen guiados por los pequeños, miran y se asombran por las cosas que les enseñan, y no tienen suficientes oídos para escuchar todas las historias que todos los niños quieren contarles a la vez.
Gracias a Rachel y Kurtis Davis, la vida de cuatro hermanos de La Casita ha cambiado para siempre.
Kurtis Davis es médico de familia en el hospital Kearny County de Kansas, Estados Unidos. Ha ejercido la profesión por 10 años. Su esposa, Rachel Davis, es ama de casa. Son los padres de Anna, Joan y Kevin*, los tres pequeños visitantes angloparlantes que juegan con los niños y niñas de La Casita como si los hubieran conocido durante años. Hace aproximadamente un año, el matrimonio Davis acudió a una de las principales agencias de adopción de Estados Unidos, buscando hacer más grande su familia.

«Mi hermano es adoptado de Guatemala», afirma Kurtis, explicando que siempre se ha sentido cómodo con la idea de la adopción, así como el resto de su familia, lo que les llevó a querer acoger como miembro a un niño o niña que hubiera sido declarado en adopción en otro país.
Aunque…
«Queríamos más que uno» afirma Kurtis.
Desde el principio su esposa y él tuvieron claro que deseaban llevar a casa a un grupo de hermanos, porque «sabemos que es más difícil que sean adoptados».
Es cierto. En la actualidad, las adopciones en Colombia para familias extranjeras están condicionadas a tres características: niños con condiciones o necesidades especiales, niños mayores de 8 años 11 meses, o grupos de hermanos donde al menos uno sea mayor de 8 años. Si no se diera la oportunidad a familias extranjeras para que realizaran este tipo de adopciones, los niños colombianos en estas condiciones tendrían poca posibilidad de hacer parte de una familia, pues en contadas oportunidades los núcleos familiares colombianos acogen estos tipos de casos.
En este caso específico, la foto de Manuel, Carlos, Diana y Daniel*, con edades desde 6 hasta 12 años, llegó a manos de Rachel y Kurtis a través de la agencia Lifeline, allá en Kansas. Inmediatamente sintieron una conexión con los niños. De forma difícil de explicar, supieron que estos eran sus hijos.
«Dios nos dio a nuestros hijos biológicos», afirma Kurtis. «Y Él mismo eligió a nuestros hijos adoptivos».
La familia Davis hace parte de una estrecha comunidad cristiana, que respaldó siempre su decisión, no solo por su principio de solidaridad, sino porque ayudar a personas que se han quedado sin familia es uno de valores.
La nacionalidad nunca fue un factor importante. Los niños fueron elegidos sin prestar atención a este detalle. «Colombia nos eligió a nosotros», explican.
Hace 9 días toda la familia llegó al país (padre, madre, y tres hijos emocionados hasta donde es posible por tener más hermanos), y el pasado 28 de agosto conocieron a sus nuevos integrantes.
«Cuando fuimos a las oficinas, mientras hablábamos con Claudia de especificidades del proceso, podíamos ver a los niños asomados a la ventana», afirma Rachel, aún emocionada. «No podíamos esperar a terminar la entrevista para verlos. Cuando cruzaron la calle fue increíble. Fuimos familia instantáneamente».
Si ellos están emocionados, los pequeños de La Casita aún no pueden creerlo. Desde ese 28 de agosto se están quedando con sus padres en un RBNB, y el día de hoy acudieron a despedirse de quienes fueron sus compañeritos de toda la vida. Les llevaron manillas con mensajes, y juegan con ellos casi por adelantado, antes de irse a hacer su vida en Kansas.
«Carlos, llama a tu papás», pide una trabajadora social a uno de los nuevos hijos, cuando ve que los padres desaparecieron entre los niños de La Casita que les mostraban las instalaciones. Carlos grita con orgullo y emoción, y por fin con autoridad, una palabra que le ha rehuido por 8 años y que solo fue suya hasta hace poco: «¡PAPÁ!» y baja las escalas corriendo para buscarlo.
«¿Es verdad que sus abuelos tienen piscina?» le pregunta a los padres uno de los niños de La Casita, que aún espera a su familia. El padre le responde que es cierto, los padres de ella tienen, y el niño se va rascándose la cabeza. El esposo le explica a Rachel lo que el pequeño preguntó en español y ella se ríe.
«Prioridades», dice.
Lo primero cuando los nuevos niños Davis toquen suelo norteamericano y lleguen a su nueva casa, la verdadera Casita para siempre, es permitirles que se sientan cómodos en su nuevo hogar y con su nueva vida.
«Estamos planeando que todos en casa hablemos español e inglés», asegura la madre. «Para ellos, tenemos apoyo del sistema local de educación, para la parte del inglés» y se ríe admitiendo «El español me está dando dificultad, pero los hermanos también están aprendiendo». El padre Kurtis es bilingüe.
Hablando ambos idiomas, los padres llaman a todos para una última foto. Los cuatro hermanos, hasta hace poco de La Casita, se despiden de las profesoras y trabajadoras. Los otros niños los acompañan a la salida, algunos salen con ellos.
«Uno, dos, tres, cuatro…» cuenta el padre en el pórtico. Abre los ojos. «… Hay muchos más de siete».
Finalmente la familia aborda dos autos. Algunos niños se despiden con la mano de La Casita de Nicolás, y parten.
Rachel y Kurtis no tienen duda de que los desafíos llegarán. «Es una gran responsabilidad, porque deberemos asegurar que cada uno esté atendido», dicen. Pero tienen clara su prioridad en esta nueva etapa de su vida: «Hacerlos sentir amados a todos» afirman sin titubear. «Dedicarle tiempo a cada uno. Que cada uno se sienta con un papel importante en la familia»
«Todos son muy inteligentes» afirma Rachel. «Pueden llegar a ser lo que quieran», y el padre la segunda.
«La Casita ha hecho un gran trabajo con ellos».
Respecto a lo que quieren para todos sus hijos, también está claro. «Que sean buenos y amen lo que hagan».
«Los amamos sin importar qué», dicen con completa resolución. «Los amamos, incluso si ellos no nos amaran. Las recompensas llegarán».
A.C.
*nombres y edades de los niños cambiados.
Ayúdanos a darles la mejor infancia posible a los niños que aún esperan su familia. Puedes donar recursos económicos, en especie o experiencias. Si deseas ser padre adoptante de La Casita de Nicolás, te invitamos a conocer el proceso acá.
